Seis disparos
Abrió la puerta. Estaba decidida a quebrar aquella agonía permanente que
la asfixiaba.
No despertaría más en la madrugada sobresaltada y sudorosa, presintiendo
el sufrimiento por llegar, la desesperación callada martilleando sus sienes.
Entró en el salón. Su padre leía un periódico. Su madre, a escasos metros
de su marido, cosía.
Levantó el revolver de tambor de
seis disparos. Apuntó a su padre. Cerró los ojos.
Oyó a su madre decir: «no» antes de sentir el retroceso y el golpe seco
de la primera detonación, luego la segunda, la tercera, hasta vaciar el
cargador rotatorio.
Abrió los ojos. Su madre, inocente
pero cómplice, yacía muerta delante de ella. Su padre, culpable, movía una
pierna con el último estertor.
Se le nubló la vista. Una lágrima rodó. Todo había terminado. Bajó la
mano asesina. Cerró la puerta y toda dicha para su vida.
Relato selecionado para la II Antología de relato breve contemporánea.